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Corren tiempos extraños. Extraños de cojones. No he escrito sobre esto antes porque desde el viernes he estado despejando la cabeza por varios motivos. Pero no iba a dejar pasar la ocasión de dejar por escrito, por si alguien me quiere llevar a juicio, lo que opino en general sobre todo este movimiento de ensalzamiento desmesurado de la diversidad y en particular de la inauguración de los juegos olímpicos de París, que de manera aislada, no sería tanta historia. Pero es que lo de los juegos olímpicos es como la guinda del pastel. Pastel podrido, eso sí.

Viernes 26 de Julio por la noche. Nos sentamos en el sofá a ver con los niños la ceremonia de inauguración de los juegos, porque siempre se suele hacer algo vistoso y se supone, es un acto, que, dada la naturaleza del evento, debe enfatizar cosas como la deportividad, el compañerismo o el trabajo en equipo, por dar algunos ejemplos. Es entonces cuando empezamos a ver a los equipos de los distintos países en sus barcos, y entre medias, esa especie de pasarela donde iban haciendo su aparición distintos, pintorescos, y muchas veces, andróginos personajes.

En cierto momento, dice mi hijo mayor: «mira papi, un chico con barba que lleva vestido«. Y efectivamente, un varón adulto con una barba muy espesa y un vestido apretado y escotado, dejando ver una mata de pelo en el pecho, se contoneaba en alta definición y en primer plano en nuestra tele de 55 pulgadas. Y después de él, o ella, o elle, o como coño se diga, otros bailarines, todos con medias, o vestido, o tacones, o todo junto, de una guisa similar. Era como ver una peli de Almodóvar pero con esteroides.

Luego va, y aparece un tío que parecía un Papá Pitufo decadente en una bandeja con frutas y detrás la DJ con su índice de masa corporal claramente descompensado, y rodeado por una tropa de bailarines con estética Drag Queen. Justo en este instante es cuando internet ardió por el tema de las referencias al cristianismo, cosa que me parece apropiado, ya que parece que encima en Europa estamos pervirtiendo cosas que claramente a muchos les puede molestar. Estoy casi seguro que, como muchos han dicho, no tendrían los huevos de hacer referencias al Islam o a otras religiones cuya respuesta no se quedase en una pataleta por X.

El problema para mí, no es la ofensa al cristianismo ni mucho menos, pero eso es porque no soy quizás tan cristiano practicante. En ese caso, sí que me ofendería. Creo que el fallo de todo este movimiento claramente político, que tiene unos intereses, relacionados, en parte, con destruir poco a poco el modelo clásico de familia, es que se nos quiere meter por los ojos algo que a todas luces es minoritario, como si fuese la norma. Eso sí, todo en favor de la diversidad. Porque lo más importante es que cada uno sea lo que quiera ser. Pues muchos niños siempre quisieron ser Goku o Vegeta sin conseguirlo, y nadie les ha dado apoyo moral.

Puede que se llegue a entrever en mis palabras que soy transfóbico, gordofóbico o cualquier otro calificativo que denote que odio a colectivos que están supuestamente marginados. Pues va a ser que no. De toda la vida ha habido tendencias distintas a lo que claramente es más frecuente. Lo que ocurre es que hemos pasado de un extremo, en el que ciertos colectivos se encontraban en una situación complicada porque quizás no había una aceptación en términos generales, a un escenario en el que lo minoritario debe ser ensalzado y venerado, y por qué no decirlo, subvencionado.

No digo que el tema de la aceptación de lo distinto no deba ser tratado. Solo que puestos a elegir, hay temas más importantes como la baja natalidad o la tasa de suicidios en lo que no se emplean tantos recursos, y ahora sí que voy a ser tajante. Estos dos ejemplos que he puesto me parecen infinitamente más importantes que la diversidad de géneros. Esto último se soluciona con un poco de enseñar a las nuevas generaciones a ser abiertos de mente y a ser respetuosos con los demás. Cosa que no se hace a la inversa, porque recordemos, me encontré con el señor barbudo con el escote peludo en mi tele el pasado viernes 26.

Por supuesto, los medios tradicionales, la política, y las corporaciones siempre deben apoyar públicamente a los colectivos LGTBIQ+ (no sé cuanto más va a crecer este acrónimo), porque de lo contrario ya es delito de odio y se es un antisistema. Hoy empieza a ser raro el programa de televisión tradicional sin miembros del colectivo del acrónimo interminable. Igual de raro es no ver en LinkedIn, y a bombo y platillo que la compañía que sea ha participado en un acto a favor del colectivo, y por supuesto, aprovecha para sacar a relucir el logo de la empresa en su variante multicolor.

Hay problemas más importantes

Por supuesto, como comenté más arriba, me preocupa mucho más que no se ayude a cumplir lo que, por sentido de la especie, nos pertenece. Se ve que somos tan avanzados y modernos que perpetuar la especie de la manera que nuestra biología, conformada tras millones de años de evolución, es algo pasado de moda. Las familias conformadas por un hombre y una mujer heterosexuales ya parece que somos como algo arcaico y chapado a la antigua.

Además, la gente está desquiciada en general. La pandemia algo ha influido en este aspecto. Todo va muy deprisa y no estamos preparados mentalmente para todo lo que trae la sociedad actual. Y en medio de todo esto, lo que importa es tener leyes que permitan que un señor que se llama Gerardo y tiene barba de leñador, pueda identificarse como mujer porque así se siente. Por supuesto, que siempre haya forzosamente tantas o más mujeres que hombres en todos los contextos, sin importar muchas veces la valía, es un asunto clave.

Pero oye, la gente sigue tirándose de los puentes por ahí, y en medio de toda esta locura, yo, y muchos padres más, estamos preocupados de educar medianamente bien a nuestros hijos, a quienes probablemente alguien les trate de enseñar a sus mentes todavía en desarrollo, que un hombre o una mujer puede ser otra cosa, y esto ya sumado a todos los demás rollos de siempre como por ejemplo, enseñar el valor de las cosas.

Ahora es cuando se me va a tachar de ultraderecha, porque, no lo había dicho, pero quien no alabe las bondades de las políticas orientadas a fomentar una falsa y necesaria diversidad, es un tirano y un fascista asesino de gatitos. Si toda la pasta que se tira en campañas y demás iniciativas para meternos por los ojos banderas multicolor se emplease en hacer más sencilla la conciliación de las familias anticuadas que, como yo, tiene hijos, otro gallo cantaría.

Para los que no lo sepan, por mucho que haya ahora mismo 16 semanas de permiso, y aun cuando esas semanas se puedan alternar entre padre y madre, los bebés deberán ir a la guardería con menos de un año, cosa que me parece innecesario. O eso, o uno de los dos deja de trabajar una temporada, renunciando a cobrar durante ese tiempo, o se tira de abuelos, que se ven forzados a ser niñeras, generando muchas veces, y gratis, pollos familiares por la crianza de los niños.

Me da miedo todo esto

Si es por mí, no es tanto problema. En realidad todo esto me la sopla. Me fastidia más por los que debo educar. Y suene mal o no, no quiero educar en el «todo vale», porque no todo vale. Aunque, en realidad, a veces parece que nada vale, porque cualquier comentario parece ya una ofensa a un mínimo de 4 colectivos que tienen el ojo puesto en todo lo que sucede para detectar ataques a su integridad.

Me da miedo en serio que toda esta corriente, espero que pasajera, haga que a más adolescentes que tienen la cabeza hecha un lío (cosa propia del crecimiento) alguien les convenza de que tal vez no son por dentro lo que son por fuera. Luego vienen tratamientos irreversibles y las lamentaciones, y más gente tirándose del puente, o palmando porque tiene el colesterol en 400. Porque, como hemos visto, ahora estar muy gordo debe ser ampliamente reconocido. Pues oye, no se debe insultar a nadie, pero estar gordo, salvo temas hormonales ocasionales, es consecuencia de no cuidarse a uno mismo, y no es sano, se mire por donde se mire.

Hoy mismo, en la publicidad, pusieron un anuncio de una película española en la que salían muchos hombres con peluca, labios pintados, y chistes de dudosa calidad. No recuerdo el título, ni quiero hacerlo. Pero debajo había un sub´título que decía algo así como «Película orientada a fomentar la identidad de género». Manda huevos. Ahora se ve que esto es una asignatura pendiente. Lo mejor es que esa película será mala, pero como la hemos pagado todos, pues los actores contentos porque vaya o no vaya gente al cine, ya está todo pagado por adelantado.

Hay esperanza todavía (espero)

Lo de la inauguración es solo un detalle de muchos. Lo que sucede es que es un detalle que ha visto todo el planeta, y claro, hay que dar a entender al mundo entero que el falso buenismo está de moda, al menos en Europa. No sé qué pensarán países de oriente que están catalogados como poco flexibles en materia de diversidad, pero nos veo a nosotros mismos y esto parece un chiste malo mientras el resto del planeta se tensa como la cuerda de un arco a punto de ser disparado.

Pase lo que pase, lo que es seguro es que todo se ponga en su sitio, como siempre sucede. De manera natural, creo que se verá que todo esto es un mecanismo para ganar votos, y quizás para hacer un flaco favor a una minoría que nos quieren hacer ver que es una mayoría. Ser minoría no quiere decir que se deba marginar a nadie. Hay pequeños grupos poblacionales a quienes no se le da tanta visibilidad como a quienes quieren embutirse en un vestido apretado con pelo en pecho y una barba espesa.

Hay gente con secuelas por accidentes de tráfico, gente con depresión jodida, gente con enfermedades raras, familias que pasan por dificultades y no pueden criar a sus hijos, quienes por cierto, en los días que corren, casi deberían ser considerados héroes a ojos de la especie humana. Pero lo único que importa es la diversidad y la perspectiva de género, que cada día se convierte más en un pequeño nicho, con teléfono de atención específico y todo. ¿No basta acaso con que todo el mundo se atienda por la misma vía y nos dediquemos a ser personas?

Como digo, creo que todo esto es una burbuja, y como todas, explotará, si Dios quiere. Lamentablemente, durante estos años en los que se ha usado a un pequeño grupo poblacional que, como otros grupos mencionados, han sufrido abusos sin justificación, se ha generado una innecesaria bola tratando de arreglar un problema de una manera equivocada, cuando una buena educación arregla este y otros problemas.

Para terminar, quiero dejar un mensaje relacionado con la polémica ceremonia de los juegos. La selección musical, cojonuda. Unos hits que me han traído muy buenos recuerdos. No todo iba a ser negativo.

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